Una historia, un olvido... el discurrir invisible de lo que existió y se desconoce

Este espacio pretende entender la historia como una disciplina que proporciona, tanto la información como los instrumentos necesarios para conocer el pasado, pero también como una herramienta para comprender al "otro", a nosotros mismos y a la sociedad del presente en la que interactuamos.

Conocer la historia de los gitanos españoles es esencial para eliminar su invisibilidad, entender su situación en la sociedad y derribar los estereotipos acuñados durante siglos.

Las publicaciones contenidas en este blog-revista tienen derechos de autor. Se ruega citen su procedencia.

miércoles, 24 de enero de 2024

LOS GITANOS EN LA GUERRA CIVIL ESPAÑOLA

 

1.    A lo largo de toda la Guerra Civil, el indiferente posicionamiento del gitano respecto a uno u otro bando, respondió principalmente a una simple estrategia: la que pretendió explotar su invisibilidad social con la esperanza de pasar desapercibido y esquivar así la guerra, como ya lo hiciera en los conflictos bélicos del siglo anterior. Sin embargo, dependiendo sobre todo de la zona en que se hallara en el momento de iniciarse la contienda, acabó siendo arrastrado a ella, de buena o mala gana, sin mostrar, en su mayor parte, ningún interés por alcanzar protagonismo alguno, obligados a luchar contra los de su propio pueblo, que por un azar del destino, se hallaron en el bando contrario.


ENLACE VIDEO INTERACTIVO:

https://www.youtube.com/watch?v=A7hRr8YJMQ8

2.      Ambos bandos evidenciaron su gitanofobia a través de una guerra sucia, paralela a la militar, basada en la desinformación y la denigración del enemigo, por la que unos y otros aprovecharon cualquier oportunidad para utilizar en su beneficio la mala fama del gitano y descalificar a su contrario. Para ello emplearon el término gitano para referirse a personas, grupos y hechos concretos, traspasando al enemigo su sentido peyorativo, como una bala más, pero que disparada conscientemente hería de muerte la buena fama del gitano.

3.      Entre los gitanos que de forma voluntaria se implicaron por convicción a favor de alguno de los dos bandos, encontramos a Helios Gómez y a Marianet, ambos por el bando republicano. La vida del primero puede resumirse como una etapa llena de persecuciones, en la que la prisión llegó a convertirse en su domicilio habitual, ya que hasta entonces había sufrido setenta y un encierros y hecho frente a cuarenta y dos procesos. Permanentemente hostigado por la policía monárquica, hubo de exiliarse en multitud de ocasiones y recorrió casi toda Europa.

4.      La Guerra Civil lo sorprendió en Barcelona, donde, armado con un winchester tomó parte en las barricadas de Vía Layetana junto a los grupos de defensa civil de la CNT y demás partidos revolucionarios. Próximo inicialmente al anarquismo, abrazó el comunismo como militante del PCE. Sin embargo, su actitud crítica y contestataria acabó enfrentándolo a influyentes sectores del comunismo, hasta ser expulsado del Partido Comunista a primeros de julio de 1937, a partir de lo cual hubo de refugiarse en Barcelona y colaborar con el anarquismo catalán, cambiando el fusil por el lápiz y el pincel.

5.      Tras la derrota republicana en Cataluña, en febrero de 1939 pasó a Francia donde comenzó un auténtico vía crucis por diversos campos de concentración franceses y argelinos. De vuelta a España siguió su lucha clandestina, causa por la que fue acusado de espionaje y alta traición, volviendo a sufrir nuevos encarcelamientos entre 1945 y 1954. Una vida azarosa que precipitó su muerte en 1956.

6.      Otro personaje, aún más invisibilizado es Mariano Rodríguez Vázquez, Marianet, a pesar del importante papel que desarrolló durante la contienda como secretario general de la CNT y al que Azaña, el presidente de la República, llamaba a consultas cada vez que formaba gobierno.

7.      Sabemos que nació en Barcelona en 1908 y que fue abandonado por su padre en un orfanato, debiendo sobrevivir mediante pequeños hurtos que lo llevaron a frecuentar la cárcel, en donde se formó en la ideología libertaria, para una vez libre, afiliarse a la FAI en 1931. Un pasado del que apenas habló, pues sus camaradas, que le llamaban el «rey gitano del sindicato de la construcción», sólo conocían de sus actividades, los últimos cinco años.

8.      Su carrera en la CNT-FAI se caracterizó por sus numerosas estancias en prisión y por su rápido acceso a la secretaría general. Partidario de ganar la guerra como objetivo principal, fue muy criticado por sus camaradas de base por abandonar la revolución y la democracia asamblearia. Murió en junio de 1939 en extrañas circunstancias.

9.      Por el bando sublevado fueron muy pocos los gitanos que alcanzaron la importancia de los anteriores. Uno de ellos fue Ceferino Jiménez, víctima de los asesinatos que se produjeron en Barbastro en los primeros momentos de la guerra, por haber ayudado a un sacerdote y no haber renegado de su catolicismo, por lo que fue beatificado en 1997.

10.  Otra víctima fue la canastera Emilia Fernández, una mujer gitana de Tíjola que fue presa por haber intentado evitar el reclutamiento de su marido para luchar el frente, mediante el ardid de dejarle ciego de forma temporal. Presa en Almería, fue víctima de una deficiente atención postparto, como represalia por no haber delatado a unas monjas. Fue beatificada en 2017.

11.  Junto a este reducido elenco de personajes destacados, hay que añadir personajes como Oselito y Casilda, pero también un numeroso grupo de personas anónimas, que murieron en combate o fusiladas en los primeros momentos de la guerra, como la granadina María Fernández Santiago, ejecutada el 26 de julio de 1936.

12.   Muertes que finalizada la contienda siguieron produciéndose en el seno de una represión a través de juicios sin garantías procesales, a cargo de tribunales militares formados por individuos llenos de prejuicios y estereotipos antigitanos, cuyos nombres y circunstancias esperan ser recuperados y reparados históricamente.

LOS GITANOS DURANTE EL RÉGIMEN FRANQUISTA - Els gitanos durant la dictadura franquista

 El régimen franquista de la postguerra reforzó su poder a través del terror y la propaganda. De esta forma, pretendió convertir a los españoles en un pueblo sumiso, obediente y conformista, para establecer una sociedad uniforme basada en las directrices y principios del nacionalcatolicismo; al tiempo que ejercía una represión contra todos los que se oponían a la dictadura militar. Las detenciones, los juicios con nulas garantías procesales, las depuraciones y las ejecuciones se sucedieron especialmente tras los largos años de la posguerra, durante los cuales, varias personas gitanas fueron llevadas ante tribunales militares por colaborar con la guerrilla antifranquista.


ENLACE VIDEO INTERACTIVO:

https://www.youtube.com/watch?v=jQG-jCG5mLU

Dentro de esta resistencia destacaron numerosas mujeres gitanas, participando a veces en operaciones tan audaces, como el atentado con paquete bomba realizado en Granada contra el capitán de la Guardia Civil de esa ciudad. Una acción que conllevó una fuerte represión en las personas de Manuela Maya Fernández, Mercedes Romero Robles y Remedios Heredia Flores, todas ellas acusadas de ejercer como enlaces de la guerrilla.

Esta etapa fue extremadamente dura para los gitanos españoles. Además de la deshumanización y criminalización que sufrían, debieron afrontar el hambre y las múltiples carencias que trajo consigo la guerra, pero también las epidemias que debilitaron a una población malnutrida, sin agua corriente ni electricidad y sin las más mínimas condiciones higiénicas. En estas circunstancias, el gitano fue señalado como un peligroso agente transmisor de enfermedades, lo que incrementó el rechazo y la desconfianza hacia su presencia.

La población gitana quedó encuadrada dentro del conjunto social de «gentes con manifiesto desaseo y parasitada habitualmente», es decir, en el grupo de los «vagabundos, pordioseros y gitanos», sobre los cuales debía ejercerse una labor de supervisión, examen, registro, encierro y aislamiento.

Víctimas también de una represión cultural, sus costumbres fueron perseguidas y relacionadas con prácticas delictivas y viles, contrarias al régimen franquista, el cual decretó en 1941 la obligatoriedad del idioma castellano quedando prohibidas todas las demás lenguas, incluido el caló, que pasó a ser considerado una jerga delincuente.

La Ley de Vagos y Maleantes republicana se mantuvo, pasando a ser un instrumento de represión contra los opositores al franquismo y los elementos marginales. La represión se le encargó a la Guardia Civil, en cuyo Reglamento para el Servicio de mayo de 1943, se le encomendó la vigilancia y el control de movimientos de las personas gitanas. El gitano, como permanente sospechoso, siguió obligado a demostrar su inocencia y llevar en sus desplazamientos todo tipo de documentos para no ser detenidos y puesto a disposición de la autoridad judicial. Un estricto control que en el gitano creó un alto grado de recelo, temor y hasta odio hacia los efectivos de este instituto armado.

También las demás fuerzas de seguridad del Estado mantuvieron a los gitanos bajo la estricta aplicación de la Ley de Vagos, que transformada posteriormente en la Ley de Peligrosidad Social, siguió sustituyendo el castigo por la educación preventiva, lo que incluyó al gitano dentro de un proceso de racionalización criminológica, por el que se le tipificó como un individuo racialmente primitivo y delincuente, carente de toda presunción de inocencia.

El final de la Segunda Guerra Mundial con la victoria de los países demócratas y comunistas, España quedó aislada, tanto en el ámbito económico como en el cultural y social. La economía agraria, aun anclada en el siglo XIX, se desmoronó y las condiciones de vida de los pueblos y aldeas empeoró, abriendo la puerta a una emigración hacia las ciudades y a antiguas rutas migratorias como Argentina y Argelia.

El gitano, inmerso en esta sociedad cambiante, donde la máquina comenzaba a sustituir a los jornaleros en el campo, se vio abocado también a un éxodo rural hacia las grandes ciudades, en donde hubo de abandonar sus oficios tradicionales, para pasar a ser explotado en las grandes ciudades como proveedor de mano de obra barata y no cualificada en trabajos duros y peligrosos. Recluidos en barrios periféricos de construcciones ilegales, con deficientes condiciones higiénico-sanitarias, ausencia de servicios públicos básicos e incomunicados con las principales áreas de la ciudad, que favoreció la aparición de procesos segregativos.

El chabolismo constituyó una respuesta urbana de adaptación a una forma de vida y de economía en donde el comercio ambulante, la busca o el chatarreo fueron la mejor réplica a los nuevos tiempos. Las condiciones infrahumanas y de espacio derivadas del fenómeno chabolista se agravaron por la climatología y por la especulación que amenazaba a los poblados.

Las administraciones públicas comenzaron entonces a emprender programas para su erradicaci
ón, pero sin contar con la opinión de los propios interesados, a través de realojos en bloques de pisos en barrios también periféricos, que siguieron favoreciendo la segregación respecto al resto de la ciudad.

El fracaso de esta política recayó sin embargo en los propios gitanos, a los que se les culpó de poseer una nula intención de «integrarse», de organizarse en clanes, de traficar con drogas. Una criminalización que los mantuvo bajo la estricta aplicación de la Ley de Peligrosidad Social.

Olvidados, ocultos en bolsas de pobreza, comenzaron a ser visibles con la aparición del movimiento asociativo gitano, que iniciado entre 1971 y 1978, comenzó a reclamar la cobertura de necesidades básicas, la mejora del estado de sus viviendas, la puesta en marcha de servicios públicos, la lucha contra el tráfico de drogas, el reconocimiento de su cultura, y la consecución de cuantas medidas sociales permitieran promocionar a la comunidad gitana hacia la ciudadanía plena.

martes, 2 de enero de 2024

600 ANIVERSARIO DE PRESENCIA GITANA EN ESPAÑA

 Recua de gitanos

 El 12 de enero de 2025 se cumplirán oficialmente los 600 años de presencia gitana en los territorios que hoy forman parte del reino de España. Una fecha que está marcada por la existencia del documento más antiguo que lo atestigua. Sin embargo, es muy probable, que la llegada de los primeros egipcianos –llamados así por decir que procedían de Egipto-, se remonte al menos al año anterior. Una especulación basada por la temprana fecha -12 de enero- en que se produce la rúbrica real, y a que desde 1422, existe constancia de presencia gitana en el sureste francés. No resulta aventurado pues, sospechar, que posiblemente, a partir de esta fecha de 1422, ya se hubiera producido la visita de algún grupo de egipcianos, medio siglo antes de la llegada de los grecianos.


Egipcianos a las puertas de Berna 

Los primeros grupos que arribaron a Europa central, llegaron a finales de 1417 y recorrieron Alemania en una compañía de unos 300 individuos al mando de un duque y de un conde. Exhibieron una Carta de Seguro otorgada por Segismundo, en la que se ordenaba fueran bien tratados por tener que cumplir siete años de penitencia impuesta por haber apostatado. A partir de esta fecha, comienzan a ser frecuentes las noticias sobre las gentes procedentes de un lugar llamado Pequeño o Menor Egipto. Así, al año siguiente, en 1418, llegaron a Augsburgo medio centenar de gitanos, que aseguraron provenían del  “Pequeño Egipto”. De ellos se dijo que además de poseer dotes adivinatorias, también eran expertos en el robo, una fama que les acompañó en su travesía europea.



En verano de 1419 llegaron a Zurich, donde fueron descritos como extranjeros de piel oscura y naturales de Egipto Menor. Al frente de ellos iban duques y condes que decían habían sido perseguidos por los turcos y debían hacer penitencia durante siete años. Como cristianos seguían los ritos de bautismo y entierro; y aunque vestían pobremente, poseían oro y plata, y pagaban lo que comían y bebían. Tras pasar a Alemania a finales de ese verano, volvieron a abandonarla para alcanzar Châtillon-sur Chalaronne el 22 de agosto, donde mostraron Cartas de Seguro del duque de Saboya y del emperador. En atención a su calidad de penitentes, las autoridades locales les entregaron vino, avena y tres florines a todos.

Familia de egipcianos
Sólo dos días más tarde hizo su aparición en Saint Laurent el duque Andrés del Pequeño Egipto –posiblemente el mismo del que se habla llegó en enero a Bruselas- con su compañía de más de un centenar de personas, que tras atravesar el Saône, arriban a la localidad francesa de Saint Laurent, en la región francesa de Mâcon. En esta ocasión se les describe como hombres de gran estatura y terrible aspecto, de larga cabellera; a quienes se les proporcionó cerveza, vino, pan, una vaca, cuatro ovejas y 25 monedas de oro.

El emperador Segismundo


En marzo de 1420 un grupo de un centenar de egipcianos al mando de dicho duque Andrés con casi medio centenar de caballos fueron bien recibidos en Deventer. Mostraron la carta de seguro del rey Segismundo y justificaron su viaje por haber sido expulsados de su tierra por profesar el cristianismo. Más tarde, en octubre, se hallaron en la Provenza un grupo de gitanos, a los que se les llamó “sarracenos”, es decir: “no cristianos”, lo que entra en contradicción con su justificación de refugiados por motivos religiosos.


Esta etapa de penetración y exploración en Europa occidental parece haber acabado en 1422, ya que en este año vuelven a pasar por Touraine, donde sus vecinos ya los reciben con recelo. En julio de ese mismo año, un duque del Pequeño Egipto entra en Bolonia junto con un centenar de personas, afirmando que por haber abjurado del cristianismo debían cumplir un destierro de siete años impuesto por el emperador Segismundo, durante el cual debían acudir a Roma para redimir sus culpas. La estancia de los egipcianos en esta ciudad acabó siendo tan conflictiva, que tras diferentes incidentes, las autoridades boloñesas acabaron decretando una multa de 50 libras y excomunión para los que tratasen con los gitano, por que abandonaron Bolonia y se dirigieron a Forli, donde se hallaban el 7 de agosto, donde la mala fama de los gitanos debió llegar casi al mismo tiempo que ellos, pues su obispo Juan de Strata los describía como una gentuza perniciosa, de propensiones brutales y animales.

No sabemos si siguieron su camino a Roma para ser recibidos por el Papa. Sí que también en ese año estuvieron en Bale, Ratisbona, a la que volvieron dos años después.

En 1424, estando los egipcianos en Heidelberg, Münster afirma haber tenido en sus manos una de las cartas del emperador Segismundo. En ella se decía que los gitanos eran penitentes procedentes de Egipto Menor, que habiendo renegado del cristianismo, habían prometido peregrinar por el mundo en penitencia por el mundo en señal de arrepentimiento. Esta misma carta aun seguiría sirviendo de salvoconducto, o al menos de justificación como penitentes, hasta casi a mediados del siglo XVI. Entre otras concesiones, la Carta Seguro abarcaba a todo el reino de Segismundo, a cuyas autoridades se les mandaba los trataran bien y no les molestaran. Además, concedía al voivoda Ladislao para administrar justicia entre su gente.

Además de Roma, otro destino de peregrinación y penitencia fue Santiago de Compostela, cuyo trayecto no estuvo exento de múltiples peligros, donde los robos y las muertes estuvieron siempre presentes en el camino. A estos riesgos, se sumó la rapacidad recaudatoria de las justicias y administraciones de los lugares por donde pasaban los peregrinos, a los que se les molestaba continuamente con registros e imposiciones de tasas y portazgos. Unos impedimentos que sólo podían ser solventados mediante la protección real por medio de salvoconductos o cartas de seguro.

Alfonso V de Aragón
En este contexto es donde podemos situar el documento librado por Alfonso V de Aragón el 12 de enero de 1425. Una concesión de privilegios que durante al menos cuatro décadas pudieron gozar egipcianos
y grecianos para disfrutar de una gran libertad de movimientos, hasta que las nuevas corrientes de pensamiento y el debate respecto a los falsos pobres, pusieron a los gitanos en el punto de mira una vez que sobre judíos y moriscos cayera sobre ellos todo el peso del poder real de los Reyes Católicos. Un cambio de política que se vio favorecido por las rencillas entre algunos líderes de los grupos peregrinos, el aumento de raterías durante su estancia en los lugares por donde pasaban y el cansancio de las autoridades municipales, que acabaron pagándoles pequeñas cantidades de dinero para no entraran o para que salieran rápidamente de sus poblaciones; todo lo cual contribuyó a fomentar desconfianza y hastío hacia su presencia, lo que acabó traduciéndose en frecuentes quejas elevadas en Cortes y ante los mismos reyes; dando como respuesta la pragmática de 1499, y con ello, el inicio de una legislación represora que perduró varios siglos, cuyas consecuencias terminaron conformando prejuicios y estereotipos negativos, muchos de los cuales perduran en la actualidad.

lunes, 16 de octubre de 2023

RITA TORRES ANTE LA INQUISICIÓN DE GRANADA

 

REVISTA ALHÓNDIGA, nº 40, septiembre/octubre 2023, pp. 27-29.




Hechicería gitana en Granada. El caso de Rita Torres ante la Inquisición (1742-1747)

En principio, la Iglesia, más preocupada por la cuestión morisca y judía, apenas se ocupó de los recién llegados egipcianos, no siendo hasta bien entrado el siglo XVI, cuando comenzó a prestar atención a las quejas dirigidas desde varios sectores eclesiásticos, concretamente, sobre el abuso que cometían de hacerse pasar por peregrinos, con la sospecha de practicar el cristianismo de forma superficial y no sincera; causas por las que se acabó considerando necesario su control y corrección.

Fue a lo largo del siglo XVII, sobre todo entre 1656 y 1794, cuando las acusaciones de hechicería gitana llegaron a constituir tres de cada cuatro procesos. Según María Helena Sánchez Ortega, el Tribunal de la Inquisición de Granada fue el que procesó a un mayor número de personas gitanas; lo que corrobora Rafael Martín Soto, al contabilizar cincuenta y nueve causas de hechicería gitana, casi en su totalidad protagonizadas por mujeres.

Los inquisidores, consideraron a las hechiceras gitanas como simples estafadoras, algo que reconocería Rita Torres, confesando que para sus prácticas hechiceras utilizó, como otras tantas gitanas, diferentes estratagemas para obtener de los más ingenuos algún beneficio material o monetario. Igualmente, aunque la característica principal de los hechizos gitanos, consistió en la práctica inexistencia de pactos realizados con el diablo, Rita Torres lo incluyó junto a una mezcla de  oraciones pseudocristinas y diferentes productos como huesos, ropa, alfileres, escoba, velas de sebo y otros objetos que consideró necesarios para el hechizo; con todos los cuales aseguró, podía influir en la voluntad amorosa de un mercader, matar al marido de una de sus clientes y encontrar un tesoro de monedas de oro y madejas de seda.

Su historia comienza el 17 de octubre de 1742, cuando ante el Santo Oficio de la Inquisición de Granada, compareció por una delación formulada por Feliciana Martínez Bravo, y por la que se le formularon cargos por hechicera y buscadora de tesoros. De Rita sabemos que era originaria de Guadix, y que se había domiciliado en Granada, donde se hallaba casada con Fernando Maldonado, también gitano y de oficio esquilador. Según la descripción de uno de los testigos, era: “gitana, mediana de cuerpo, morena, oreja cortada y de unos 28 a 30 años. El hecho de estar desorejada, indica la aplicación de una pena corporal en un pleito anterior que desconocemos.

Feliciana relató cómo llegó Rita a su casa y le preguntó “que si quería sacar un tesoro que había en su cueva”. El problema era que se hallaba encantado y que precisaba de la ayuda de “una mora amiga que era mágica”. La promesa de riquezas captó la avaricia de la mujer, quien aceptó “lo sacase con tal que no tuviera ella que gastar un atraso”. A ello respondió Rita que sólo quería su permiso, tras lo cual, acordó volver en dos días, pasados los cuales, Rita confesó ser “la mágica que le había dicho y que la habilidad la había heredado de sus padres”, asegurando haber estado “en Berbería por dicho arte mágico aquella noche” para hacer varias “velas de sebo de moros”, las que había escondido en el cerro de San Miguel por ser necesarias para sacar el tesoro. En esto, Diego Avendaño, hijo de Feliciana, entró en la casa, y montando en cólera, advirtió a su madre que todo era un engaño. Rita entonces, hubo de echar mano de un plan de contingencia para demostrar su habilidad mágica: el del pliego de papel con tinta invisible. Así lo refirió ella misma ante el tribunal:

 

“que habiéndose ido la reo a su casa, esta compró un pliego de papel y un poco de alumbre, y pintó en él medio pliego una figura de hombre con una orza pendiente de su mano, y después la dejó secar y a las tres, volvió a la casa de dicha Feliciana, y preguntándole si había llevado dicho pliego de papel, y respondió que sí. Pidió un librillo con agua, partió el pliego por medio, y escondiéndolo con cautela, echó la reo el papel que ella llevaba prevenido, y lo echó en el librillo y apareció en el agua lo que había pintado, teniendo esta particularidad la pintura que se hace con azufre, que no se percibe sino en el agua, y mientras dura la humedad”.

 

En el papel, Rita dibujó a “un diablo pintado que tenía una orza asida de las asas, y debajo unos renglones que decía, si haces lo que esa mujer te dice, tendrás fortunas dichosas”. El hijo, sin embargo, no se dejó engañar y cogió el pliego para presentarlo ante la Inquisición para denunciarla, pero dibujo y escritura habían desaparecido. No obstante, el ardid no convenció a Feliciana, quien al ser requerida por Rita para que le diera dos pesos con objeto de proseguir el desencantamiento, se negó, haciendo desistir a Rita de continuar el supuesto desencantamiento.

Posteriormente, en mayo de 1746, una tal María de Orta, delató ante la Inquisición “que queriendo Rosa de Nájera matar a su marido Francisco Rodríguez para casarse con otro”, acudió a Rita, “para que esta, con la habilidad que tenía, le quitarse la vida”. Rita explicó a Rosa, “que para que fuese más pronta la muerte, le daría un carbunco”; y que para “la quisiese el sujeto que dicha Rosa quisiera”, para lo que en este caso, debería darle un hueso de gato aderezado por ella misma, además de tener prevenido el día siguiente, una porción de: harina, carbón, nueve pesetas, un espejo, un pañuelo, dos alfileres gordos y una mortaja. A lo que añadió también una escoba y una camisa, con las que formar una especie de muñeco, en que debía clavar un alfiler gordo “por medio de la escoba”, para empezar a provocar “el accidente” que debía sufrir el marido, debiendo Rosa continuar el hechizo hundiendo el alfiler “cada día un poquito, hasta los tres días que lo entrase del todo”.

Al día siguiente, Rita volvió para realizar una nueva ceremonia, en la que al mismo tiempo que recitaba varias oraciones dirigidas a María y a Lázaro, hizo una torta con la harina que le había pedido, y en la que introdujo las nueve pesetas y dos alfileres. Un hechizo con el que prometió, lograría “que un mercader quisiera mucho a la dicha Rosa”, así como la muerte de su marido. Y para completar el sortilegio, entregó a Rosa los dos huesos de gato negro, “que la noche antes los había aderezado y dejado en depósito al enemigo, junto al señor Miguel, el Alto”, a donde se había de llevar la torta, la escoba y la mortaja, y que ella no podía hacerlo por estar embarazada y ser:

 

“preciso que el enemigo hubiera de tener tres actos canales con la que llevase la torta. Uno aquel día al tiempo de entregarlo al enemigo, otro al siguiente día; otro al tercer día, diciendo una oración en la que se llamaba al enemigo, para que viniera. Y que el primer día entregaría el enemigo los dos huesos de gato negro, uno para la dicha Rosa y otro para esta testigo”.

 

Como esperaba Rita, Rosa y María Orta declinaron “asistir a semejantes lances”, por lo que se ofreció a llevar todo para  no volver “a aparecer más”; si bien, me mantuvo en Granada, ya que en ella fue presa y puesta en las cárceles de la Inquisición, acusada de ser “de mala vida” y andar “continuamente engañando con estos embustes”. A mediados de septiembre de 1746, a pedimento del fiscal, los padres calificadores Carvajal y Pineda, dijeron que el proceso contra Rosa contenía: “embustes, sortilegio y práctica en ellos cualificados con pacto implícito y sospecha de explícito, con inducimiento a trato deshonesto con el demonio. Y a la reo provet iacet, la juzgaban por sospechosa de Leví infide”. Votada la prisión, se ejecutó en 27 de febrero de 1747.

Ante la seriedad de las acusaciones, especialmente en lo relativo al pacto con el diablo. Rita confesó que todo lo hizo para engañar y sacar dinero con el fin de “socorrerse, sin ánimo de ejecutar cosa supersticiosa. Y que todo lo demás de la acusación era falso”. Reconocida por un médico y un cirujano el 28 de abril de 1747, estos dijeron que se hallaba “preñada en cinco meses, por lo que no estaba capaz de tortura, azotes, ni vergüenza pública”, así como de ningún otro tipo de pena aflictiva. La causa, sin embargo, al hallarse incompleta, no sabemos la suerte que finalmente corrió Rita Torres.

 

Fuentes:

Archivo: Archivo Histórico Nacional, Inquisición, leg. 3728, exp. 176.

MARTÍN SOTO, R. Magia e Inquisición en el antiguo reino de Granada, Málaga: Arguval, 2000.

SÁNCHEZ ORTEGA, M.H. La Inquisición y los gitanos, Madrid: Taurus, 1988.



martes, 11 de abril de 2023

VIDEO INTERACTIVO: Historia del Pueblo Gitano en España

 

Enlace: https://youtu.be/AvvMUhDre1g


 

1.      El origen hindú del Pueblo Gitano está ampliamente aceptado; si bien, su identidad como pueblo se conformó a lo largo de su larga travesía hasta Europa Occidental. Una diáspora iniciada el siglo XI y que concluyó posiblemente en 1424 en territorios de la corona de Aragón, donde tenemos la primera noticia documental de su presencia en 12 de enero de 1425, con ocasión del salvoconducto otorgado por Alfonso V de Aragón a Juan de Egipto Menor. Un término geográfico por el que se les conoció como egipcianos, para más tarde derivar al actuar de gitanos.

2.      Los egipcianos pioneros, liderados por un conde o un duque, aseguraron cumplir una penitencia mediante la peregrinación a Santiago de Compostela, con objeto de redimir su apostasía al cristianismo. Años más tarde, tras la conquista turca de Constantinopla, una nueva oleada inmigratoria formada por los llamados grecianos, acabó configurando la comunidad gitana española.

3.      La coartada de la peregrinación les permitió explorar los reinos de Aragón y Castilla, alcanzando Andalucía en 1462, donde fueron agasajados en Andújar por el condestable Lucas de Iranzo, conforme correspondía a sus condiciones de peregrinos y nobles.

4.      Sin embargo, ya en estas fechas, la presencia gitana había comenzado a ser molesta, siendo habitual, que los municipios se deshicieran de los grupos que se presentaban en ellos, por medio del pago de pequeñas cantidades. Ante el incremento de las quejas por los daños que se decía, producían durante su estancia; y en consonancia con su política de homogenización, los Reyes Católicos promulgaron en 1499 una pragmática, la primera de una serie de más de 200 disposiciones antigitanas. Por ella, se obligaba a grecianos y a egipcianos a tomar señor y tener asiento fijo, bajo amenaza de expulsión, corte de orejas y esclavitud.

5.      Las penas de la Pragmática de 1499 fueron modificadas  por Carlos I en 1539, dándoles un tinte utilitarista: primero, mediante condenas de galeras; y más tarde, a trabajos forzados en las minas de Almadén.

6.      La proscripción del gitanismo adquirió más fuerza con el debate abierto en estas fechas sobre la pobreza. La distinción entre verdaderos y falsos pobres, les situó junto con los vagabundos y demás gente catalogada de “mal vivir”. Una criminalización que justificó el aumento del control y represión hacia los sectores más marginales de aquella sociedad.

7.      Tras el Concilio de Trento, la Iglesia se sumó a la represión de la corona e introdujo algunas normas morales para vigilar el cumplimiento de los sacramentos, sin reconocer los matrimonios celebrados por el rito gitano, una unión que era considerada amancebamiento y castigado con penas de destierro y azotes.

8.       A pesar del control de la Iglesia, la Inquisición no tomó en serio, prácticas como la buenaventura, el desencantar tesoros y otros ritos mágicos, por considerarlas pequeños fraudes para obtener alguna ganancia.

9.      Los castigos penales diferenciaron a hombres y mujeres, pues éstas, al no poder realizar grandes esfuerzos, sólo podían ser condenadas a vergüenza pública, destierro y azotes. Los hombres, en cambio, hubieron de servir en galeras, siendo objetivos de redadas,  como la ordenada por Felipe II en 1572, para reponer las pérdidas sufridas en la batalla de Lepanto.

10.  Al igual que sus bisabuelos, Felipe II continuó la política asimilacionista coercitiva, impulsando en 1586 los avecindamientos y la necesidad de licencias especiales para salir de ellos, debiendo acreditar en ellas, la propiedad de sus animales para evitar su requisa.

11.  Ya en el siglo XVII, aunque se aprobó su expulsión en 1610, Felipe III decidió mantenerlos para sustituir a los moriscos en las  labores del campo, declarando en 1619 la labranza como único oficio permitido. Como consecuencia, al no tener acceso a la propiedad de la tierra, y no poder ejercer sus oficios tradicionales, el gitano acabó sumido en la pobreza, a merced de los propietarios agrícolas y sometidos a duras penas en caso de contravenir la ley.

12.  Los discursos de arbitristas como Sancho de Moncada y Salazar de Mendoza, acabaron influyendo en 1633 en la negación de la identidad gitana y de todo lo que les podía identificar como etnia y cultura, como el traje y la lengua.

13.  Como una espada de Damocles, la legislación antigitana tuvo acorraladas a las familias gitanas.  Para evitarlo, desarrollaron estrategias de supervivencia; tan arriesgadas, como la de enrolarse en los Tercios de Italia y Flandes, para eludir redadas como la de 1639, por la que centenares de hombres gitanos fueron enviados a galeras.

14.  El cerco legal se estrechó más en 1695 con la restricción de vecindarios y la confección de los primeros padrones gitanos. Además, la Santa Hermandad intensificó su actividad, apresando a cuantos gitanos hallaban por los caminos reales.

15.  Aunque la idea de la expulsión estaba aparcada, con la autorización papal de 1748 para poder extraer de las iglesias a aquellos que se refugiaran en ellas,  el gobernador del Consejo, Gaspar Vázquez de Tablada, retomó la idea y encargó al marqués de la Ensenada la ejecución de una redada, para capturar el 30 de julio de 1749 a todos los gitanos de España. Nuevamente desechada la expulsión, Ensenada recondujo la operación hacia un proyecto de exterminio biológico, separando físicamente hombres y mujeres, enviando a arsenales los varones mayores de 7 años, y  a los menores y sus madres, a casas de misericordia.

16.  Desde diferentes sectores surgieron quejas y críticas por una medida tan desproporcionada. La conciencia del rey se resintió y dispuso liberar a todos aquellos que acreditaran su buena vida. Abiertos expedientes secretos, algo más de la mitad de los apresados quedaron libres a partir del 28 de de noviembre de ese año. Los que no pudieron obtener informes favorables, quedaron recluidos hasta que en 1765 recibieron un tardío indulto.

17.  Se inició entonces un periodo de debates sobre qué hacer con los gitanos, hasta que en 1783, Carlos III promulgó una nueva pragmática, que sin dejar de tener un tono represivo, introdujo algunas disposiciones inclusivas

18.  A partir de entonces, gracias a las ideas liberales, se comenzó a adquirir derechos fundamentales: ciudadanía en 1837, igualdad jurídica en 1848 y derecho al voto 1869. Sin embargo, a pesar de estos avances, en el reglamento de la Guardia Civil de 1846, se introdujo dos artículos que para vigilar a los gitanos.

19.  A comienzos del siglo XX, el concepto positivista de peligrosidad social influyó en la criminología, tipificando al gitano como un individuo racialmente primitivo y delincuente, carente de toda presunción de inocencia. De esta forma, quedó bajo el control de la Guardia Civil y de la Ley de Vagos y Maleantes de la República, pesar de no nombrárseles específicamente.

20.  Durante la Guerra civil, la mala fama del gitano fue empleada como un arma más para desprestigiar al enemigo. En su mayor parte, los gitanos pretendieron pasar desapercibidos, excepto aquellos que eran simpatizantes o afiliados a un partido o sindicato. Dos de sus principales protagonistas fueron Helios Gómez y Mariano Rodríguez Vázquez, Marianet, secretario general de la CNT.

21.  Tras la guerra y la represión franquista, los gitanos siguieron reprimidos por la Ley de Vagos y Maleantes, más tarde reconvertida en la Ley de Peligrosidad Social, y por los artículos de la Guardia Civil, hasta su supresión en 1978.

22.  La Transición abrió las puertas al asociacionismo gitano y a las políticas estatales para el desarrollo del Pueblo Gitano; si bien, el rechazo vecinal hacia los gitanos se resistió a desaparecer en pogromos como los de Hernani, Martos y Mancha Real. Con la entrada de España en la Comunidad Europea, las políticas dirigidas en su seno hacia las minorías étnicas y culturales, impulsaron la creación del Consejo Estatal y la Fundación del Instituto de Cultura Gitana.

23.  A partir de las elecciones generales de abril de 2019, se dio un nuevo impulso hacia la eliminación de la invisibilidad gitana. En ese año, cuatro gitanos entraron a formar parte del Parlamento español, reducidos a tres en la repetición de los comicios de noviembre. Desde entonces, se han conseguido logros  como la inclusión de la historia y cultura gitana en el currículum escolar de primaria y secundaria, y el reconocimiento por el Congreso en 2021, del histórico y continuado genocidio al Pueblo Romaní. Además, se está trabajando en el Pacto contra el Antigitanismo, en la Ley de Igualdad de Trato y No Discriminación, e incluir el antigitanismo como delito de odio dentro del Código Penal.