Una historia, un olvido... el discurrir invisible de lo que existió y se desconoce

Este espacio pretende entender la historia como una disciplina que proporciona, tanto la información como los instrumentos necesarios para conocer el pasado, pero también como una herramienta para comprender al "otro", a nosotros mismos y a la sociedad del presente en la que interactuamos.

Conocer la historia de los gitanos españoles es esencial para eliminar su invisibilidad, entender su situación en la sociedad y derribar los estereotipos acuñados durante siglos.

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viernes, 1 de abril de 2016

DOCUMENTO DEL MES. Exposición de los muchachos gitanos denunciando ante el Intendente de Cartagena los abusos de sus guardianes (11 de abril de 1761)

... dicen como les faltan los alimentos que el rey les da por causa de que los quitan los marineros de guarda, que hoy día tienen por amo (...), con lo que no nos podemos alimentar; sino también de los vestuarios que el rey nos da, hacen modo por donde nos los quitan (...). El fin de dichos marineros es sólo ver cómo pueden robar, pues hacen que los muchachos vayan a robar a la ciudad para que se lo traigan, como también consentir juego, para que les den sus ganancias. Y si alguno quiere salir días de fiesta les quitan la ración, como también el que den limosna para Jesús, y luego los parten entre los dos, y diferentes cosas por donde es causa de muchos se deserten, y no dejen cosa que no roben para su alimento. Por tanto suplican se digne de ampararles, pues no tienen más amparo que el de Vuestra Señoría...

Trabajos en un arsenal del siglo XVIII

COMENTARIO: separados hombres y mujeres tras la redada general de 1749, los gitanos varones mayores de siete años fueron destinados a los tres arsenales peninsulares, donde fueron separados a su vez entre adultos y muchachos. Estos últimos fueron destinados principalmente a las maestranzas para aprender algún oficio para conseguir “el fin y utilidad que debe esperarse de esta semilla”. El proyecto afectó a centenares de muchachos, a los que se les prometió una paga en cuanto consiguieran dominar el oficio y trabajar como aprendices. Sin embargo, en noviembre de 1752, esta meta se hallaba muy lejos de cumplirse, pues ante los malos tratamientos, su perdida libertad y añoranza de sus familias, adoptaron una actitud negativa y desidiosa hacia las distintas labores que se les encomendaron. Sujetos a los abusos de sus maestros y carceleros, se hallaban sumidos en una miseria propiciada por intendentes como el de La Graña, quien les redujo el prest a sólo seis cuartos, por considerar que con esa cantidad tenían “algo más de lo suficiente a vivir”, pues no debían salir “medrados de la clase que por pena se les impuso”.