Una historia, un olvido... el discurrir invisible de lo que existió y se desconoce

Este espacio pretende entender la historia como una disciplina que proporciona, tanto la información como los instrumentos necesarios para conocer el pasado, pero también como una herramienta para comprender al "otro", a nosotros mismos y a la sociedad del presente en la que interactuamos.

Conocer la historia de los gitanos españoles es esencial para eliminar su invisibilidad, entender su situación en la sociedad y derribar los estereotipos acuñados durante siglos.

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viernes, 2 de septiembre de 2016

DOCUMENTO DEL MES. Francisco Rávago, confesor de Fernando VI, critica la ejecución de las redadas realizadas contra gitanos en el verano de 1749.

Retrato anónimo del Padre Rávago
(Museo de Arte Moderno y Contemporáneo de Santander)
“El estado que hoy tiene este expediente es fatalísimo por haberse errado enormemente en la providencia, y mucho más en las ejecuciones contra la intención del rey. Porque S.M. no mandó que se prendiesen y maltratasen aquellos que solo tenían el nombre de gitanos porque lo fueron sus padres o abuelos, pero ya ellos habían dejado ese ejercicio y vivían quietos como otros vecinos en sus oficios o labranzas. Porque ésta sería una injusticia solemne, contra la fe pública, y contra los intereses de S.M. Solamente fue su real intención que se prendiesen los gitanos malhechores, vagabundos, viciosos, sin oficio o ejercicio con qué ganar la vida.
Ésta fue la intención del rey, ni pudo jamás tener otra, y ésta fue la orden que mandó dar a las justicias, ofreciéndoles el auxilio de la tropa para la más segura ejecución.
Pero el efecto ha sido no solo contrario, sino el más injusto, habiendo preso y atropellado muchos buenos vasallos, solo por tener nombre de gitanos, mezclándose en esto mil atropellamientos y venganzas particulares, y disipándoles sus bienes injustamente”.

COMENTARIO: Para Francisco Rávago, la operación de captura  se ejecutó  de forma improvisada, ya que se había dispuesto de más de un año para obtener la suficiente información “de los que merecían ser presos y de los que debían ser exceptuados”. Una opinión que revela un aspecto controvertido: el carácter universal con que se efectuó. El confesor del rey muestra el disgusto del monarca por haber sido mal asesorado, lo que dejaba en mal lugar al presidente del Consejo de Castilla, Gaspar Vázquez de Tablada. Posiblemente, fuera el arzobispo de Farsalia, sucesor posteriormente en el cargo de Rávago como confesor del rey, quien despertara la conciencia del rey informando sobre la injusticia cometida, ya que con anterioridad a la redada tenemos constancia de su intercesión en la libertad de algunos gitanos.

Rávago aprovechó esta ocasión para sustituir a Tablada por otro gobernador más afín a su partido y más proclive a las regalías y derechos reales. Aceptada por el rey la exoneración, el 7 de agosto propuso a Vázquez de Tablada la mitra de Plasencia, sede que rechazó en espera de una mejor vacante. Cesado el 10 de agosto, fue sustituido por Francisco Díaz Santos y Bullón, obispo de Barcelona, con quien el confesor reforzó aún más su preeminente posición. Posteriormente, el 16 de octubre, Rávago acabó concediéndole un retiro más digno y le propuso la diócesis de Sigüenza, de la que apenas pudo gozar, pues falleció el 29 de diciembre siguiente.